Me bajo para comprarme un refresco y así apagar mi sed y sacudir la pereza y el entumecimiento que se me están haciendo íntimos durante mi estancia en Málaga.
Entro en el ultramarinos, redobles de un tambor penetran mis oídos y en segundos me impregno de ese perfume ambientador que cada despensa que esconde comida desprende; olor a pan cateto,a fiambre de conserva, a salmuera, a aceitunas aliñadas, a bacalao y a patata frita de bolsa.
Me acerco a la caja y oigo a la Pepi decir a su nieto:
¨Deja ya el tambor, niño, que el Señor ha muerto¨
Entro en el ultramarinos, redobles de un tambor penetran mis oídos y en segundos me impregno de ese perfume ambientador que cada despensa que esconde comida desprende; olor a pan cateto,a fiambre de conserva, a salmuera, a aceitunas aliñadas, a bacalao y a patata frita de bolsa.
Me acerco a la caja y oigo a la Pepi decir a su nieto:
¨Deja ya el tambor, niño, que el Señor ha muerto¨
Así se vive la Semana Santa en Málaga, así se vive la pasión en el sur; la devoción se aspira, se oye y se huele en cada rincón, escondido o bien expuesto. La pasión pasea por Chinitas, por la Farola, por el Perchel, por las calas de Pedregalejo, por el Limonar, por calle Larios.
El sentimiento es humo, humo de incienso que coge forma cualquiera para penetrar olfatos y algún que otro corazón, meterse en los ojos y estimular los lagrimales, humo que trepa por cada vía sensorial, provocando alguna sonrisa, risa, lágrima o suspiro, hambre y sed. Aromas que taladran los sentidos es Málaga y aquí somos todos iguales, desde Antonio Banderas hasta la Pepi del ultramarinos. Desde la Tribuna de la Plaza de la Constitución hasta la Tribuna de los Pobres, a pie de calle Mármoles.
Creo tanto en la religión como en el poder humano, soy creyente cuando me siento débil, soy creyente cuando mi memoria me tima, cuando el instinto humano se burla de mí y me desvío. Tú lo sabes, para mí la lujuria contenida no es pecado. No es pecado querer volver a vivir lo mismo, no es pecado repetir el mismo sabor, el mismo vino, utilizar la misma copa, la misma frase, gastarse la misma lágrima y la misma sonrisa para demostrar esa misma fe, fe en ti mismo, y vivir el mismo ritual que huele a incienso, huele a Málaga.
Mi fe me lleva a la misma plaza de Biedmas, donde pasé una gran y significativa parte de mi vida anzaluza. Mi labor consistía en difundir la cultura vitivinícola malagueña, transmitir la historia, el sabor y la importancia de los vinos Málaga.
Vuelvo pues donde coseché conocimientos y experiencias, donde dentro de mi creció el gusanillo que se alimenta a base de mosto y arrope, donde parece que he echado raices como una cepa foránea que se adapta a un microclima perfecto, cálido. Encuentro a mi gente, a mi pasado y a mi fe entre gente que espera a que salgan los tronos de los Viñeros. Emoción y devoción contra la lluvia que impide que los nazarenos se apoderen de la ciudad.
Por donde pasan los tronos se forman pequeños arroyos que atraviesan el casco antíguo y la ilusión de un año de preparación se encharca y se esconde debajo de paraguas negros o coloridos abiertos.
Nazarenos que se quedan dentro de sus cofradias soportando sus cirios y estandartes, fieles que se quedan a las puertas de la hermandad soportando sus paraguas, negros o coloridos, con la misma fe, gastándose la misma lágrima, oliendo el mismo incienso que penetra algún que otro corazón.
Tengo una llamada de mi padre, de mi querido padre, que me vino hace años a visitar en Semana Santa en Málaga. Recuerdo que viéndo las procesiones un día me dijo emocionado: "aquí la religión se practica en las calles, en Grecia la fe se queda encerrada dentro de los conventos."
Me llama desde la isla para que oiga la procesión del Santo Sepulcro, en Grecia sólo el viernes santo los tronos salen a la calle para pasear y anunciar que el Señor ha muerto.
Cuelgo el teléfono y releo lo anteriormente escrito. Sí, soy creyente cuando más lo necesito y quiero rezar para que deje de llover. No es pecado volver, no es pecado dejarte embrujar por la devoción, empaparte de la lluvia, envinar la misma copa y seguir regando esa cepa que crece dentro de ti, cuyos frutos un día darán buenos vinos; arropados, generosos, malagueños.
Hermandad de Viñeros, Málaga
Muy Ilustre, Antigua y Venerable Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Viñeros, Nuestra Señora del Traspaso y Soledad de Viñeros y San Lorenzo Mártir.
El 19 de marzo de 1615 los viñeros de Málaga constituyeron una cofradía que unió bajo un mismo título a la corporación gremial y a la religiosa. Por un privilegio de Pio VI, el Nazareno de Viñeros porta en su mano derecha, durante la procesión del Jueves Santo, la llave del Sagrario. La hermandad se reorganizó en 1947, y su primera salida la realizó en 1949. En 1962 se llevó a cabo la fusión de la cofradía del Cristo con la de la Virgen, siendo su sede la desaparecida iglesia de la Merced (destruida en 1931), se trasladaron a la iglesia conventual de las Catalinas. Posteriormente construyendo en la plaza de Biedmas (en la actualidad de Viñeros) su casa-hermandad.
1 comentario:
Vuelvo a pasaros el artículo del otro día, esta vez ilustrado con el material fotográfico que le correspondía.
Quito la imagen que cogí prestada de la ¨web¨ y pongo las que hice desde el balcón del Museo del Vino, situado en la pl. Biedmas (hoy Viñeros) de Málaga. Gracias a José Manuel Moreno Ferreiro, por haberme hecho sentir entre familia y buenos vinos, por haberme hecho sentir que estaba en mi casa.
g.
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