Autentico acontecimiento y peripecia la de comer y si no domas los palillos y tu pasión por la comida cruda , igual sí que te cuesta sin tenedor tu hambre saciar, igual comer con las manos también te vale.
En todo caso, antes de acomodarte tienes que recorrer media ciudad, perderte por unos cuantos callejones, dudar si en algún que otro bar entrar y pedirte un buen menú.
Lleva antes tu hambre por un paseo algo largo y marcado por distritos, olores y sabores que implican un antojo persistente e imaginación tenaz.
Hoy precisamente que estás aquí, dejaría al lado los vinos y mis demás historietas habituales.
Por cierto, dime ¿qué es para ti habitual? ¿qué será correcto o sabroso? Juégatela hoy de una vez y dime cómo es que tu personaje se incorpora en mi mundo de verdad, intruso de viñetas que otra historia relata.
Tan sólo se me ocurre hacer mención al aroma de las nalgas nori y el vinagre de arroz, el picoso del jengibre y el picante de pase nasal del wasabi, la estructura indiferente del tofu y del crudo calamar. El matiz salobre de la salsa de soja; esa ligera efervescencia y toque mineral que deja atrás la nítida carne cruda de atún.
Cómo percibir y asumir gustos tan definidos, confuso ya por tus propias ganas de opinar sobre algo que tan poco por naturaleza e inercia dominas. Te leo la mente, la mirada y tus expresiones mientras vas saboreando con cierta duda cada plato y elijo una cerveza que por su punto amargo y espuma finalmente nos convencerá, quitándonos la sed y a ti esa duda que tu apetito reta y desafía.
Así defino yo ese sabor a tofu, sushi y sashimi; ese gusto que al mismo tiempo tus sentidos excita y seguidamente te alivia y te limpia el paladar, catarsis desde el punto del sabor extremo hasta lo neutro que cura y apacigua. Quizá la falta de un vino de esta mesa defina finalmente el porqué de mis costumbres, de mis hábitos tan mediterráneos y muy vistos.
Paseo por las paginas de tus relatos que van por distritos, platos y capítulos de tu buena vida. Me levanto de esta mesa y me dirijo hacía el centro de esta ciudad, permíteme seguirte y mi cerveza de arroz cambiar por una historieta tuya más, un cuento sin vino pero digno.
Jiro Taniguchi-Masayuki Kusumi
Colección: Colección Sillón Orejero
Rústica con solapas
B/N. 200 páginas.
18 euros.
ISBN: 978-84-92769-68-1
Un hombre solitario, con un trabajo que le permite una gran movilidad, recorre las calles de Tokio y otras localidades japonesas para visitar a sus clientes. Cada día es una ocasión para redescubrir un barrio que conoce o para conocer uno nuevo. Pero para este hombre, siempre solitario, el momento de la comida constituye una auténtica aventura, casi un ritual. A lo largo de 19 capítulos El gourmet solitario nos presenta otros tantos platos de la cocina tradicional japonesa. A través de la mirada curiosa de este viajero gastronómico, los autores, Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi, trazan un auténtico retrato sociológico de Japón y de su riqueza gastronómica. Ambos consiguen sumergirnos en las costumbres japonesas, en un paseo sembrado de olores, sabores y diversidad. El gourmet solitario forma parte de esas cosas sencillas que nos ayudan a ver el lado bueno de la vida.
1 comentario:
Es curioso, no hace mucho una maestra de la buena mesa me llevó por primera vez a un restaurante japonés. Consiguió que venciera mis recelos y mi inoperancia con los palillos para que degustara sabores desconocidos para mi paladar. Ella no se equivoca cuando recomienda un sitio, aunque a veces se enfada cuando yo conozco otro antes que ella y le gusta. Siempre acierta. No me gustó el queso de soja, sí las anguilas o el sushi. La cerveza era la misma de tu foto, Asahi.
Ella quizá no lo sabe, pero cada noche sueño con un sabor distinto que ella me enseñará algún día. Siempre sabe sorprenderme.
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