domingo, 7 de febrero de 2010

Galletas chinas, empanadas y deseos.



Inculta e ignorante, sin saber que las galletas chinas esconden hechizos y adivinanzas,
(en Grecia no tenemos galletas de la fortuna) y sobre todo por ansiedad, ya formal y diagnosticada, me comí una galleta china sin sacar y, por supuesto, sin leer el papelillo que escondía dentro.


Qué quieres que te diga, en mi país simplemente procuramos crear, fabricar e improvisar fortunas y destinos propios -sí, reconozco que me comí la galleta y junto a ella, mi previsión de futuro.
Desde luego, si vas a un restaurante griego, nadie te va a traer una galleta de postre, y menos con una predicción del futuro dentro.

Decirte que en Grecia, aunque seamos tan simples, filosóficos y seguidores de la lógica y verdad absoluta, sí que tenemos otra clase de videncia, o más bien de considerar un deseo ya hecho una vez pedido a un santo y una vez hecho un pastel o una empanada ¨a su nombre¨, ¨a su salud¨, ¨a su gracia¨.

Sí que tiene su gracia, elaborar la empanada en casa, a lo mejor porque te hayas perdido un anillo muy valioso tuyo, y pides al santo a través del bizcocho que le acabas de preparar que te lo encuentre. Sí, tiene su gracia cuando el día siguiente levantas el sofá para barrer el suelo y encuentras tu anillo y dices San Tomas, ¡gracias!

Así improvisamos, así creamos cultura, así nos gusta juntarnos para comer y para brindar, aunque, ¡por todos los santos! lee atentamente la siguiente receta, tiene su gracia.



Parece que el agua, ligada con aceite y harina

Convierten mis deseos en una masa fina.


Y aunque tú me digas

que así no se hacen los milagros

Dejo a los demás las promesas incumplidas

Y los fáciles halagos.


Soñar es involuntario

por eso a menudo tengo pesadillas

Que me persiguen galletas de jengibre

o que me ahogo en pozos hondos de natillas


Dejemos los sueños,

que la vida no tiene por qué así gastarse

Me ocupo a diario de asuntos varios

que uno ya conociéndome, puede imaginarse


Si no me invento la razón

de cada cosa que tanto yo deseo

Recurro a recetas mágicas

que por ser griega, presumo que poseo.


Abro el libro de imágenes, olores y sabores

Como mi abuela que espantaba los espíritus

Con sus dulces

y de sobra pícaros licores


Busco la fórmula correcta para amansar

Lo que los ignorantes llaman el destino

y que ni los sabios se atreven a lidiar,

toros bravos, aunque de poco desatino.

Toros tan plasmáticos, deseos propios desde que he pisado esta tierra

Los ignorantes me acompañan sin hablar

Y los sabios me quieren atajar

regalándome una dorada fierra.


Por eso digo yo

que con tanta cultura de Castilla

quizá durante el resto de mi vida

siga con la misma pesadilla


Me esfuerzo tanto por volver

a mi primer terreno

donde mi hogar aún me espera,

como un olivo viejo y sereno.


Pero los pasos largos[1] que doy yo,

De allí rápido me alejan

y me separan como a los hollejos de un vino que blanco va a ser

y macerar la piel en su mosto no le dejan.


De lejos pues, y cuando me falta todo eso

tengo la preocupación de quitarme de encima

de mis deseos este vasto peso.


Recuerdo más aún mis sólidas raíces

aunque hace poco aprendí a distinguir

el trigo de los demás maíces.


Harina, vinagre, agua y sal,

aceite de oliva delicado

Dale y amasa ahora con tu puño bien

con la fuerza de un vino abocado.


Tienes la masa de la empanada lista

y en tu mesa extendida

Encima de esa hoja echa más,

de ese aceite de oliva.


Luego coges del campo todo lo que crece verde

Acelgas, espinacas escurridas bien

Así su agua se pierde.


Nunca olvides añadir

algo de sal y pimienta

Y con la otra hoja lo tapas todo bien

Y al horno estate atenta.


Los griegos tienen tradición

de bendecir lo que al horno vaya.

La promesa acompaña al fogón

si antes uno su oración ensaya.


Yo siempre pido que la empanada esa salga bien

Con su jugo y su arte

Y al que pide degustando su sabor,

el santo hace que se harte.


Los griegos somos así,

Favores y santos forman nuestra deidad

poniendo mesas largas y muchos entremeses

Hazlo y verás como tu deseo se hace realidad

a cambio de las exquisiteces.


Los griegos somos así,

Nos comemos los deseos, mantenemos la creencia

Y del vino odiamos la ausencia.

Nos precipitamos, eso sí, con temperamento

Y nuestro corazón late igual, con algo más de acento.



[1] Ref. PasosLargos, bodega Los Bujeos, Ronda. De sus barricas ha salido uno de los mejores vinos de España, que ha tenido que competir con otros 3.500 vinos.

6 comentarios:

enMalCastellano dijo...

Foto, texto y poema, muy bien escritos.

La empanada existe o es imaginaria. Si es real, por favor que subes la receta exacta.

Por cierto, quien es este "xantidakis"?

Necesitamos más posts...

Georgia N. Xanthopoulou dijo...

Gracias por el comentario y aportación.

La empanada existió de verdad, ahora ha pasado a la esfera de mis recuerdos.

La receta se la paso el día que tenga un deseo de verdad.

Xatzidakis es uno de la raza esa rara que me ha podido acompañar hasta hoy en día. Y es griego.

un saludo salao y cordial.
g.

Andrés Ángel. dijo...

Me encanto tu poema, mira si escribes bonito.
Un abrazo.
Andrés.

Georgia N. Xanthopoulou dijo...

Gracias,Andrés.
Un beso y una chirimoya.
g.

Anonymous dijo...

Definitivamente delicioso el hummus, seguramente no me ha quedado tan bueno como el tuyo. Me alegra que aun te acuerdes de las chirimoyas :) Espero estés bien. Un beso.
Andrés Ángel.

Anónimo dijo...

"Y del vino odiamos la ausencia."

Cierto, ese es su único gran defecto... Por eso me gusta regalar vino, y que me lo regalen.

AB