Varios días naturales
Te pido atención, paciencia y algo de tu tiempo.
Me encuentro incapaz de contarte mis últimos días de diciembre.
Pero te aseguro, han sido muchos.
Y no lo desmiento, quedan pocos.
Te pido tiempo, yo no lo tengo, préstame segundos, minutos y jornadas que te sobren.
Estoy viajando en tren, esta vez me pido ventana, el pasillo se lo dejo a los demás.
Hoy no me da miedo pegar mi mejilla al cristal y mirar sin ver.
Asi vivo,
casi me mareo pero no me caigo, estoy sentada y solamente te cuento lo que quisiera ver.
Veo gente pasar, algunos están callados y,
a los que más hablan, apenas les oigo.
Veo colores pasear, mi tren casi roza los puestos del mercado.
Veo una cara desconocida escogiendo granadas y membrillos.
Me invento su frescura, casi me llegan los olores hasta aqui;
mi vagón huele a especias, marisco, quesos, vinagre, aceitunas y anís.
Deduzco y percibo tu inquietud, pero te tengo que seguir contando.
El tren avanza, ahora estoy pasando por la plaza, hace frio.
El frio huele, sabe, se intuye.
Has dejado la puerta abierta, te veo a lo lejos, solamente te digo que deberías andar más recto,
pero así reconozco yo tus pasos.
Y te digo que aquí yo, no me quedaría.
No me gusta resumir, siempre se pierde lo relevante.
Pero ahora mismo estoy cruzando el campo y veo solamente
esas llanuras que hacen mi trayecto más lento y pesado.
Cansancio es, seguramente los llanos traen níscalos, bellotas y tréboles, pero quien soy yo para adivinarlo.
Ahora cruzamos tu puente. Permiteme cerrar los ojos y no mirar.
Ese vértigo y falta de equilibrio - al cruzar puentes y alturas-
hoy, más que nunca, interfieren en mis planes.
Así de sencillo me es, saturarme por miedo
y hacer que el tren se pare.
El viaje se pospone y tan solo me queda volver a mi casa y callarme.
Los descampados son mi destino más frecuente,
y desde aqui te pido tiempo.
Dame tiempo para contarte más,
tengo que recuperar fuerza y trayecto.
Te tengo que relatar cómo es
un día mío natural.
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